Los tributos acompañan el desarrollo de los estados desde hace miles de años, al constituir medios fundamentales para su existencia y subsistencia. Así, pagar impuestos, más que una obligación de tipo legal, es un deber cívico de cooperar al sustento del gasto público en función a la capacidad contributiva de cada ciudadano, bajo criterios de igualdad y equidad. Si queremos una coexistencia civilizada, los ciudadanos debemos entender que el pago de impuestos no supone un dinero perdido o un mecanismo de agresión por parte del Estado, sino una de las columnas fundamentales que permiten la convivencia en sociedad. Y, por su parte, la administración tributaria debe entender que su misión consiste en lograr una justa recaudación de las riquezas, sin recargar a los contribuyentes con excesivas formalidades, sino, por el contrario, simplificándolas para permitir un mayor grado de cumplimiento tributario. (Tomado de El Comercio, Jorge Bravo)
Tomado de: Ciberdocencia